Quizás la mayor hazaña jamás intentada por los Incas, no fue la conquista del Tahuantinsuyu, su imperio, ni la construcción de su famosa red caminera, ni la organización social alcanzada, sino la búsqueda, entre desiertos y altas montañas, del Espíritu de su raza. El hallazgo de leña, muros de piedra, alfarería, joyas, y de una primera momia en los 5.400 mts. de altitud del cerro Plomo, reeditó la historia del montañismo, en estos viajes de devoción, mucho más alto y antes que cualquier otro ser humano. En efecto, una extraordinaria cadena de “Santuarios del Altura”, en la cumbre de las montañas más altas de los Los Andes, desconocidos por el conquistador español, y descubiertos recientemente en el siglo XX, testifican de los viajes ascéticos del Inca; todavía un misterio. En esta expedición de Cumbres de América reviviremos el peregrinaje de un pequeño niño inca de tan sólo ocho años de edad, que caminó en procesión desde la actual ciudad de Santiago de Chile, remontando el curso del río Mapocho hasta su nacimiento en los glaciares del cerro Plomo; y llegó como ofrenda a su misma cumbre.
La tumba de Kauripaxa, El niño del Plomo.